En tierras de Tormenta

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Personaje de rol. Maledric.



Era un niño hermoso, con sus enormes ojos azules y su pelo castaño siempre revuelto. Habría sido sencillo apreciarlo si no fuera porque sus chiquilladas no eran solo eso, tenía una predisposición malintencionada a generar entuertos con consecuencias negativas para quienes lo rodeaban. Y lo peor es que disfrutaba de ello.

Como buen hijo de barón adinerado, vivia con toda clase de lujos y no conocía el "no" por respuesta. Quizás fuese eso, o tal vez el hecho de que su madre lo idolatrase y fuese el orgullo de su padre, que el pequeño Maledric creció sabiéndose importante, respetado por derecho y temido por méritos propios. No dejó de probar los límites de todo y de todos, pues no había entretenimiento mejor, dada la ausencia de disciplina moral en su casa.

Fue un joven conocido en tdos los círculos de la alta sociedad, y se rodeaba de lo mejor de cada casa. Chicas y chicos. No fueron pocas las reclamaciones de matrimonio que le hicieron a su padre, por haber provocado la vergüenza de las jóvenes damas que se encaprichaban de él. Pero ninguna consiguió el premio.

Cuando su padre cayó en desgracia ante el Rey, se les desposeyó de títulos y tierras. Su padre se pudrió en un calabozo y su madre murió en un sanatorio de la beneficencia, incapaz de superar la ruina familiar. El joven Maledric, educado, culto, entrenado en habilidades de espada, arco, y monteria, tuvo que buscarse la vida.

Lejos de que este revés de la vida le enseñase una lección de humildad, se volvió rencoroso hacia le mundo, taimado y frio. Su avidez por recuperar algun dia su posición o sus riquezas, lo reconcomían por dentro. Pero sobre todo, era práctico. Sabía que debía trepar de nuevo en la escala social, y que no hallaría nadie que le ayudase entre sus viejos amigos. Asi que su aventura en el mar comenzó fruto de la necesidad.


Diarios de abordo de Grace O'Malley

Os dejo aqui el primer dia del diario de Grace a bordo del Barracuda Jaws. Perdonad la falta de tildes y formato, escribo desde el ipad y no es lo mismo.Espero que os guste.

Llego el día de la partida.Era un jueves de abril y recientemente se habían terminado las festividades que los cristianos denominan Pascua.

El amanecer se alzó azul y limpio, con un sol que despuntaba en el horizonte augurando un dia claro, alegre y luminoso. A esas horas el puerto ya bullia en actividad: los pescadores partian en busca de fortuna para sus redes, los mercantes subian y bajaban cajas, barriles y todo tipo de objetos. Los marineros voceaban dándose instrucciones los unos a los otros y cantaban canciones de mar con sus voces cascadas y rotas de la inclemencias de su profesión regada en ron.

Cuando atravesó la pasarela de madera y el viento soplo en su cara agitando sus cabellos que, aunque recogidos en una cola de caballo, bailaron al son de la melodia de la brisa de mar; sintió que algo nuevo y grande comenzaba a suceder en su vida.
La tripulación del Barracuda Jaws la miro con una mezcla de curiosidad y desden, estaban avisados de que la "fulana"del capitan embarcaba con ellos. Una de tantas.
El contramaestre Wilkes, conocido tambien por el mote "ojopollo Wilkes" ya que tenia un párpado deforme de una pelea, que le daba un aspecto desagradable, pensó "bueno, al menos esta es guapa sin tener pinta de puta barata".

Grace esperaba que Burke la recibiera en el puente de mando o al menos en la cubierta. Por lo que le comentaron estaba tan borracho que no se podia levantar del jergón. Aquel dia todo le daba igual, pues estaba tan emocionada que la ansiedad de la aventura que estaba a punto de acometer no la dejaba pensar con frialdad. Pregunto a todos como se llamaban, y que es lo que hacian en el barco, para sorpresa de muchos. Las putas del capitan no solian entablar conversacion mas que para pedir bebida.

El Barracuda zarpó y Grace fue de un lado a otro observando la maniobra, cómo lo hacian los marineros, cómo manejaban las velas, las poleas y las miles de cuerdas de que disponia el barco. Al poco tiempo empezó a sentirse mareada. Después descubrió que era capaz de virar su tono de piel níveo a verde bilioso, y por último su estómago se amotinó de tal forma que vomitó una y otra vez hasta quedar extenuada. Cuando empezaba a ponerse el sol, Burke se dignó a salir del camarote. Cuando dio con Grace, agarrada a un balde en la cubierta estalló en carcajadas, la alzó, le pasó un brazo por debajo del hombro y la llevó hasta su estancia. El Barracuda era un barco mediano, de hechura ligera, pues se dedicaba al transporte de mercancias urgentes, o al menos esa era la versión oficial. El camarote no era gran cosa, pero para dos personas sobraba. La tumbó sobre la cama, le quitó la mayoria de la ropa, dejándola solo en camisa, y le hizo aire con una carta de navegación vieja.

- desde luego, Granny... Quien iba a decir que te llevarias tan mal con el mar.

- ... Agh.. Richard...creo que voy a morir.Sacaré las tripas en el próximo vómito.

El contrabandista le secó el sudor frio con un paño,no muy limpio,y se tumbó a su lado apoyando el codo cerca de ella. Sujetó un mechón de cabello pelirrojo y lo olió, exhalando despacio el aire. Ese aroma lo transportaba a algun lugar de su infancia.

- si las sacas tendrás que tragartelas de nuevo, sin intestinos no se puede salir de aventuras. Mañana será mejor,trata de no pensar que te mareas.

Aquel primer dia Grace aprendió lo duro que era el mar, y era solo el comienzo. Basta decir que no se le pasaron las náuseas hasta el tercer dia.

Navegaron quince días sin descanso.Aprendió a realizar algunas de las tareas básicas de los marinos, y la tripulación pudo constatar por si sola la testarudez de la irlandesa. Estaba empeñada en ser una más y lo conseguiría. No se quejó de nada, ni de la comida, ni de las bromas de novata, ni de la falta de aseo o intimidad, ni de la falta de sueño ( Burke era un noctámbulo empedernido que exigia su ración de Grace con la vehemencia de un hijo único consentido al que no se le puede contrariar). Lo único que pidió fueron unos guantes para no despellejarse las manos.

El dia que amarraron a puerto para recoger la carga, Grace bajó a agenciarse un diario. Quería registrar sus impresiones en aquel bajel, de la misma forma que Burke escribía el diario de abordo.Aprovechó para tomar un baño y escribir a su hermano Lester. Cuando regresó abordo, de nuevo Richard no estaba. Preguntó a todos cuantos estaban en cubierta, y le contestaron con alzadas de hombros y miradas esquivas. Finalmente Wilkes le dio la respuesta:"el capitán ha bajado a hacer negocios y divertirse, como siempre".

Esperó en cubierta asomada a la baranda hasta que entrada la noche regresó, completamente borracho y sostenido por una fulana, que lo dejó frente a la pasarela. Cuando Burke consiguió llegar a las tablas de barco, no sin antes trastabillar un par de veces, sintió el sabor de su propia sangre en la boca tras el puñetazo de Grace.

- eh Granny!!!... Vamos... Granny!!!

La pelirroja enfurecida se encerró en el camarote y lo dejó aporrear la puerta el resto de la noche.Y aquello solo era el principio... Quedaban meses de travesía. ¿Cómo iba a poder lidiar con aquello? Se sentó en el escritorio y dió un trago de una botella de scotch, encendió una vela y cogió pluma y el diario.Con mano temblorosa escribió:

....DIA 16 de travesía. Hemos amarrado a puerto y desearía destripar y matar al imbécil de Burke. Este va a ser un largo viaje.

Diario de abordo. Dias siguientes.


DIA 19 de travesía.
La ira me corroe y cada vez que lo veo me dan ganas de estrangularlo. No pienso dirigirle la palabra. No tenía necesidad de largarse con la furcia.
Tenemos dos españoles a bordo, Bernardino Talavera y Lucio Narváez. Talavera es de Castilla y no me explico como se siente tan a gusto en el mar. Lucio es de Cádiz y habla muy extraño, pero siempre están ambos con la risa en la cara. Estos españoles son unos bravucones que se rien hasta de su madre, pero al menos me hacen pasar mejor los dias.
Espero que cambien los vientos, porque no soporto sus disculpas ladinas, sé que lo siente... Pero si lo perdono tan rápido...¿Lo repetirá? Es complicado cambiar las viejas costumbres.
Los españoles dicen "y que mañana salga el sol por Antequera". Pues eso.

DIA 20 de travesía.
Menuda sorpresa!! Yo creía que teníamos un mozo aprendiz a bordo y resulta que es una mujer!! No me había percatado porque no le había escuchado la voz. Leah es muda. Por lo que me han contado, Burke la recogió en Isla de Muerta. Parece ser que la chica limpiaba en un burdel y no tenía más de 12 años. El maldito bastardo parece ser que tiene corazón. La tiene como una hermana pequeña. Ahora tiene dieciseis y estaba claro cual iba a ser su futuro. No sé que será de ella aquí, pero seguro que será mejor que siendo puta en una isla de bellacos y delincuentes.
Lo cierto es que no consigo comprenderlo.A veces creo que lo conozco, que tiene un buen fondo y buenas intenciones. ¿Pero cómo es posible que se equivoque tanto?
Grace O'Malley, a veces eres tan obtusa y cabezota que no ves más allá de tus pies. Quizás pido lo imposible. Creo que hoy lo dejaré volver a ocupar su camarote. Ya lo sé. No hablo con nadie, tú eres un trozo de papel, hablo conmigo misma, así que... Hasta mañana Grace.

DIA 22 de travesía.
Siento que voy a morir de nuevo. Nunca he estado tan cerca de la muerte tantas veces como aquí... Ni siquiera cuando Lester y yo nos comimos todas las setas que le robamos a la viuda Hollister y acabamos moribundos y empachados.
La fiesta de ayer fue memorable, pero el ron era fuerte y de mala calidad. Creo que se me han quemado las tripas. Me duele la cabeza y si me pongo en pie necesito vomitar.
Richard estaba feliz, queria celebrar que los malos momentos se los lleva el viento y concedió licencia para beber y tocar música. Los españoles comen y beben como cardenales, pero aguantan contra viento y marea la resaca.
El contramaestre Wilkes toca el violín y Lucio la guitarra. Ya me sé más canciones obscenas de las que mi viejo Flinn consideraría aceptables en su hija.
Talavera me mira de una forma que me produce inquietud. No es una mirada de lujuria, es de lástima . He intentado sonsacarle, pero me huye con chistes y bromas, o se hace el tonto que no entiende mi idioma. Lo cierto es que es un hombre alto para ser español y tiene unos ojos verdes como el mar.
Uf.. Voy a por el balde de nuevo. Hasta mañana.

DIA 30 de travesía.

Un mes ya en este barco.Ni siquiera yo pensaba que sería capaz de adaptarme, sin embargo pasa rápido. Nos acercamos a Portrush, en Irlanda, se supone que alli recogeremos cierta mercancía que debemos llevar hasta Calais.

Nunca he estado en Irlanda. El viejo Finn contaba historias de nuestra tierra que me gustaría comprobar por mí misma, pero me parece que no habrá tiempo suficiente para eso. Al menos podré ver la costa, nos acercamos y es casi como si ya la conociese, es una sensación extraña.

Por su propio bien, espero que Burke no se emborrache como la última vez. Lo cierto es que eso me causa mucha desazón. Dice que soy una histérica celosa. Este insensato aun no me ha visto histérica...

DIA 31 de travesía.

Navegamos paralelos a la tierra que vio nacer a Elba y Finn. Esas paredes cortadas con la furia de las olas rompiendo... Y esos campos verdes, con sus casitas blancas en la punta del acantilado... Juraría que lo he visto en sueños. Ahora entiendo por qué las melodías de nuestra música suenan a añoranza. Parece una tierra tan dura como maravillosa. Quizás algun dia pueda volver para conocerla a fondo.

Me he apostado con Talavera una borrachera a las cartas. Jamás te la jueges con un español!!!! Creo que me ha hecho trampas, pero no puedo demostrarlo... El muy rufián es todo un profesional. Menos mal que no me aposté la honra que no tengo. Depende de lo que haga Burke hoy, quizás acompañe al castellano en su borrachera.

DIA 32 de travesía.

Anoche atracamos en el puerto y nos dieron noche libre. Acompañé al capitán a tierra firme, pero al llegar al sitio donde debía terminar de negociar la carga,no me dejaron pasar. Me fui con Lucio y Bernardino a la taberna de turno, y se pusieron como cubas, yo no conseguí tragar ni una gota, tenía un nudo en el estómago.

Hoy amaneció sereno, lúcido, y con dinero en la bolsa. Creo que empiezo a comportarme como una celosa histérica. Ha cumplido, y yo debería haber confiado más.

Han subido a la bodega unas veinte cajas grandes. He preguntado a cerca de ello, y me han dicho que son botellas de scotch para los franceses. Esa explicación no me cuadra demasiado, ¿tanto les urge a los franceses el whisky? si quieren scotch, pueden contratar mercantes más económicos. Veré si puedo sacarle algo a Richard cuando haya bebido un poco y esté contento.

DIA 34 de travesía
Llevamos dos días bordeando la isla de Irlanda en busca de la corriente atlántica que nos lleve a costas francesas. El tiempo comienza a estabilizarse, la primavera comienza a marcharse dejando paso al verano.

Si no fuese por mi pelo color calabaza, parecería una de esas gitanas españolas. Ya no tengo piel, tengo cuero curtido. si Mama K me viera, pondría el grito en el cielo. Es como si la estuviese escuchando :"antes eras igual de fea que tu hermano, ahora eres el casi el doble, con esa piel quemada y arrugada". A Dios gracias que no tengo vocación de furcia, no soportaría estar siempre pendiente del peinado y de la ropa. Y esa es la parte divertida de la profesión.

Talavera tiene orden de custodiar la puerta de la bodega día y noche. No puedo evitar preguntarme qué será lo que habrá en esas cajas.

DIA 45 de travesía.

Quedan cinco dias para llegar a Calais. El calor y la ausencia de brisa hacen que el Barracuda parezca un cementerio flotante, todos buscando el amparo de la sombra.

Leah se ha pegado a mi desde hace algunos días. A veces no la comprendo, solo habla con signos y es complicado. Le he preguntado si quiere aprender a leer, y está entusiasmada. Como vamos escasos de papel, y no tenemos ningun libro a bordo, practicamos las letras en una bandeja de serrín. Aprende rápido, y a pesar de llevar el pelo corto como un chico, cuando me mira con sus ojos de cachorrillo perdido, me da un no sé qué. Pienso que siendo muda, de haberse quedado en la isla de Muerta le habría aguardado un futuro atroz.

Como Talavera está confinado a la puerta de la bodega, Lucio se aburre soberanamente, parece que los españoles no son tan vagos como dice su fama. Cuando ya no queda tabla alguna que fregar, vela que arriar o cabo que atar, se empeña en enseñarme su música. Me resulta imposible, se me despellejan los dedos con la cuerdas. Pero me enseña canciones de su tierra. El muy cenutrio se mete conmigo porque no pronuncio bien el español. Dice que cuando canto "Rosa roja que al rio va a parar..." parezco una vaca rumiando hierba. Habría que verlo a él cantando Scarborough Fair.

DIA 47 de travesía.

Ayer Burke empezó a beber a mediodía. Por la noche estaba tan borracho que no podía ni levantarse.

Aproveché para bajar a llevarle a Talavera la cena y un par de botellas. Tras la segunda se le soltó la lengua. La carga que llevamos no existe oficialmente. Son las pertenencias de Lord Smithson, fruto del saqueo de su mansión. Él no conoce la verdadera historia, yo la sé por Aidan, que se entera de todo. El Lord en cuestión era consejero del Rey, pero lo acusaron de doble espionaje a favor de Inglaterra y Francia. No podían probarlo, así que fingieron un ataque a su villa costera por parte de piratas españoles a los que, por descontado, no pudieron dar caza. Lamentablemente murieron todos y saquearon su villa. El fruto del saqueo comprometía al Rey si algun dia se descubriese. Así que aquí estamos, llevandolo a costas Francesas en pago por su apoyo. Esto me ha dejado un poco fria, no pensaba que me hubiese enrolado en un barco de contrabandistas.

Le prometí a Talavera que no diría nada. Me cae bien el español.

DIA 50 DE TRAVESÍA.

Hemos llegado a Calais. Es un puerto grande, bullicioso y feo hasta decir basta. Y lleno de franceses, claro. Descargaremos esta noche, en un muelle abandonado donde nos esperan para descargar las cajas. No pasarán por control de aduana, sería la ruina de ambas coronas. No puedo evitar estar nerviosa, noto a los que lo saben algo tensos. Burke está sobrio y alerta a cualquier movimiento en tierra. Talavera se revuelve en la bodega, camina de un lado a otro y limpia su espada sin cesar. ¿Acaso nos espera algo peligroso? mucho me temo que a veces es mejor matar al mensajero, y esos somos nosotros. Tenemos órdenes de no bajar a tierra y permanecer todos aqui.

DIA 55 DE TRAVESÍA.

Lo de Calais no era una trampa, se hizo lo acordado y nos marchamos con la saca llena. Me pregunto qué más negocios "de confianza" habrá pactado Burke. Navegamos en dirección a Bergen, en las tierras salvajes del norte del continente. Parece ser que el Gran Duque de Francia, el tal Lacroix, tiene allí un amigo que es el principal comerciante de bacalao en el continente y hemos de recoger algo que le envía. No me extrañaría que fuera un cargamento de niños para beber su sangre. Ese tipo es un demonio.
Navegamos a toda vela, esta es la unica estación del año favorable para llegar allí con vida. Dicen que en invierno en las ciudades hay -40 grados de temperatura. Ni el whisky del buen McDaniel's te revive en ese frio.

DIA 65 DE TRAVESÍA.

Hemos atracado en Bergen y hasta dentro de tres días no estará listo el cargamento. Aprovecharé para visitar la ciudad. Seguramente Burke se pase los tres dias borracho o gastándose en juego lo que ganó en Francia.

DIA 69 DE TRAVESÍA.

La ciudad era muy bonita, las casas son de madera y las pintan de colores vistosos. He comprado un trozo de pizarra y unas piedras de cal para enseñarle a Leah a leer y escribir mejor que con el serrín.
Burke me ha traído un anillo con una perla. A veces creo que realmente siente alguna cosa, pero no es capaz de comportarse en consonancia. Creo que esos detalles son su forma de decirlo. Estos días ha estado más cariñoso, y he aprovechado, para cuando no lo está. ¿Será siempre así de impredecible? ¿Por qué me pongo siempre tan furiosa? A veces creo que Aidan tiene razón, que nací enfadada con el mundo y todos a mi alrededor pagan el enfado.
Odio reconocer esto, diario, pero siento que ese hombre tiene atrapado mi corazón en una cofre, y no sé si quiero que lo suelte, o que se lo quede. Esto me hace débil, muy vulnerable, y creo que por eso me paso la mayor parte del tiempo odiándolo.

Nueva ficha de personaje de rol. Grace O'Malley

Desde pequeña estaba acostumbrada a pelearse con sus hermanos. La tercera entre cuatro varones. Sam era el mayor, se llevó todos los genes de sus antepasados irlandeses que se ganaban la vida en el campo criando ovejas: enorme, pelirrojo, cejijunto y bastante simple. Heredó el negocio que su padre había regentado hasta morir: la tintorería donde teñían las lanas para exportarlas. Sus uñas habían adquirido un color granate distintivo de su oficio. Casado con Leslie, que no podía ser más petulante, más bizca y más arpía. Podría haber tenido alguna muchacha guapa del barrio, pero su cuñada era un portento en manipulación.
El segundo, Lester, había sido el más problemático. Su afición al juego, las mujeres y los líos, les había hecho pasar muchas penurias en casa. El pago de sus deudas a veces les mandaba a la cama con el buche vacío. Pero cuando su padre enfermó rectificó su actitud y consiguió abrir una pequeña taberna en el puerto. Lo que no le contó a su padre es que organizaba timbas secretas, pero eso ya no tenía importancia ahora.
Aidan, el benjamín, heredó todro el ingenio de su abuelo materno, que fue un pionero en el negocio de la tintura textil. Aidan era algo enclenque y enfermizo, y casi nunca acompañaba a sus hermanos en sus correrías. Una casualidad hizo que se cruzase en vida Erin Watkins, la hija del alcalde. La niña se escapó de su casa y se perdió en el puerto. Unos días más tarde, Aidan la encontró sucia y hambrienta y la convenció para volver y su padre, agradecido, lo incorporó a su casa como chico de los recados. Por su ingenio y su tenacidad, se ganó el cariño de la gobernanta y el mayordomo, que acabaron enseñándole a leer y confiándole tareas de cierta importancia. A día de hoy, se ganaba el pan como ayudante de los funcionarios portuarios, llevaba y traia valijas, papeles, sacas con monedas y recados diversos; y mantenía con Erin una amistad extraña, un “quiero y no puedo” que los mantenía en un sinvivir sentimental.

Cuando nació la única hija de Finn O’Malley, creyeron que Elba, su madre, iba a morir de parto. Nació de nalgas y costó sacarla; después no rompió a llorar como los bebés suelen hacer y hubo que insuflarle aire en los pulmones. Como más de una vez le dijo su viejo : “naciste muerta, no tienes nada que perder”.

A Grace le gustaba observar como trabajaban los tintes su padre y Sam, y solía ayudar en los estudios a Aidan. Pero su hermano favorito era sin duda Lester. Cubría todas su mentiras, asumía muchas de sus culpas, y juntos habían llevado a casa muchos víveres de origen incierto cuando las propias deudas o la carestía de los malos tiempos reducían la despensa de los O’Malley. Tras la muerte de su padre, y con su madre teniendo el sustento asegurado por su hijo mayor y su nuera (hija de un comerciante de tabaco bien posicionado), Grace ayudó a su hermano Lester a levantar el negocio del puerto, que bautizaron como “La Sirena Varada”. Allí conoció a todo tipo de calaña noctámbula, jugadores, bebedores, delincuentes y putañeros de todo tipo. Pero sin duda, trabajar como sirvienta o como puta no iba con ella.

Un tal Richard Burke se cruzó en su camino; navegante consumado y de dudosa reputación, encandiló a la joven O’Malley, arrastrándola a un viaje intenso por la mitad de la costa Atlántica, con persecuciones y galernas incluidas. Tras dos años de correrías lejos de casa, regresó a su hogar huyendo de la peste y de Burke, con el que ya no tenía nada en común más que un odio frio y latente.

NAVIDAD.
Escucha aqui.

Desembarcó en el puerto, con su petate al hombro y el olor a salitre y brea pegado a la piel. Saludó a varios conocidos, tripulantes de mercantes locales, y cuando puso el pie en tierra, supo que estaba en casa.
Nada parecía haber cambiado aunque ya pasaban algunos meses de los dos largos años que no había estado en su hogar. La misma bruma mortecina que al levantarse dejaba ver aquel puerto en forma de embudo invertido, la veleta de la torre de la campana y el faro que se erguía vigilante sobre la roca desnuda del espigón; el graznido de las gaviotas, carroñeras del mar, abalanzándose sobre los desperdicios que echaban por la borda los pescadores que preparaban las cajas de pescado fresco para vender en la lonja. Aspiró con fuerza el aire de aquel lugar y su alma vibró de forma imperceptible. No sabía cuánto lo había echado de menos hasta que vadeó su costa. El ruido de la actividad portuaria unido a un empujón desconsiderado de alguien que llevaba prisa, la devolvió a la realidad. Se frotó el hombro, recogió el petate que se había desplomado sobre el mojado pavimento y se perdió entre el bullicio de las callejas del barrio costero.

Decidió que debería darse un baño antes de recalar en la taberna de su hermano. Los baños públicos los regentaba Mama K, la abreviatura de Madame Kirea, la que antaño fuera dueña de un imperio de burdeles, hoy reducidos a varios de los más populares del puerto. Mama K seguía teniendo contactos de renombre y una red de “pajarillos” que le contaban todo lo que valiese la pena saber en la ciudad. La suela de su bota se abrió del todo debido al desgaste, se apoyó un instante en una pared de madera para sopesar el alcance de los desperfectos y el tablón cedió. Grace aterrizó en el interior de una de las saunas de Mama K donde un ayudante del gobernador se daba un festín con dos rubias que estallaron a reir y a gritar ante la intromisión inesperada. El vapor había podrido la madera. Se organizó un buen revuelo y muchos transeúntes se pararon a mirar y a reir, sañalando al funcionario. El ayudante del gobernador montó en cólera y pidió la cabeza de Grace.
Las chicas la escondieron camuflandola entre ellas, pues sabían de sobra que era la hermana de Lester O’Malley, el tabernero de la Sirena Varada. En aquel local podían sentarse tranquilamente, captar clientes y hasta llevarse comisión por las copas. El sistema era sencillo: cuando el cliente las invitaba a una copa, ellas pedían “vino de Lanre” y Lester les servía agua coloreada. El cliente pagaba un vino y se repartian el importe al 50%. Cada vez que un cliente de Mama K quería jugar al poker en timbas discretas y con clase, se reunían en la Sirena Varada, en la parte de arriba, que disponía de una salida independiente. Los locales de la madame estaban muy vigilados. Asi pues, la asociación entre el pelirrojo y la antigua cortesana, era lucrativa, y las chicas de Kirea tenían en aquella taberna un lugar donde no las trataban de fulanas, sino como mujeres que estaban trabajando.

Cuando el fucionario se marchó, algo más calmado gracias a la generosidad de Mama K, que lo invitó a relajarse en otro de sus locales de forma gratuita, la madame se dirigió a Grace.
- Apestas a pescado, y eres tan fea como tu hermano. Espero que no te salga la misma barba.-
Grace rompió a reir. Mama K siempre le decía lo mismo desde que la conocía. La abrazó, aunque la mujer intentó deshacerse de ella.
- Estoy en casa!! No me estropees eso tambien, K.-
Cuando decidió seguir a Burke en busca de aventuras, Mama K le advirtió que aquel hombre no era trigo limpio. Pero ¿quién era ella para dar consejos?. La cuestión es que tenía razón. En todo. Pero es inútil vivir en el pasado. Estaba en casa y eso era lo importante. Se vistió, se compró unas botas nuevas y caminó hacia el negocio de su hermano.

Era Navidad y alguien tocaba el violín en un callejón. Dejó caer un chelín en la agujereada funda del instrumento y subió por la calle donde el cartel de madera con una sirena apostada en una playa, cromado y descolorido, pendía de sendas cadenas de metal herrumbroso. Empujó la puerta de la taberna y el bofetón de calor le golpeó en la cara. Alguien cantaba villancicos irlandeses y escoceses.
Se quedó allí en la puerta observando la escena. La gente riendo, bebiendo, charlando. Era una algarabía agradable, el olor a comida, a humanidad, la música y la felicidad decadente de aquella gente sencilla en las fechas en las que uno añora una familia y la lumbre de un hogar. Observó la cabellera pelirroja de su hermano riendo y chocando la mano con un cliente.
Sin duda había dejado atrás las brumas inciertas, el viento había cambiado y soplaban nuevos tiempos para Grace O’Malley.
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